La ciencia y en
especial la matemática ha servido a la humanidad para interpretar y manipular
fenómenos tanto naturales como culturales, sin embargo es notorio el peso del
androcentrismo a la hora de generar conocimiento, métodos y por ende
conclusiones. De tal suerte las mujeres se han visto a través de la historia
relegadas a papeles secundarios en la producción de conocimientos matemáticos.
A esto se le une el desprestigio que goza toda matemática realizada fuera de
las esferas académicas, evitando considerar la praxis etnomatemática que poseen
grupos de mujeres adultas de sectores populares. En cuanto a ello se puede
decir que la enseñanza de la matemática, los estudios de Género de la ciencia,
la Educación de adultos (Andragogía) y la Educación Popular, comúnmente son
abordadas de manera separada. Además son escasos los trabajos que ponen en
juego las vinculaciones entre estos cuatro conceptos desde una óptica
multidisciplinaria y aún menos los que proponen unidades didácticas basadas en
este cuarteto.
Dentro de la pestaña Biblioteca podrás descargar el artículo que sustenta dentro del marco de referentes conceptuales expuestos la propuesta expresada en el párrafo anterior.
Considerando algunos aspectos de
importancia como los siguientes hechos:
a) Los sistemas educativos formales
presentan una creciente exclusión en términos de género, tanto en el fomento al
acceso como en la producción del contenido relativo al campo de las ciencias.
Así las mujeres resultan víctimas de un sistema de formación en matemática de
carácter androcéntrico emanada de la tradición Aristotélica.
b) Los sistemas educativos formales
presentan una exclusión en la capacitación y promoción a la formación educativa
de personas adultas o en “extraedad”. Dicha exclusión de las escuelas formales
está basada en el falso pensamiento que existe una edad límite para el
aprendizaje, en tal sentido es necesaria una educación popular que brinde las
herramientas necesarias para el proceso de liberación del individuo; en
palabras de Valeria Di Pascuale (2010) donde no sólo se proponga “que las
personas aprendan a leer y a escribir, sino que puedan aprender a leer y
escribir su propio mundo, su propia realidad como primer paso para
transformarla.”
c) Entendiendo que el quehacer
matemático no es particular del modo en que es mostrado por los espacios
educativos de carácter formal y tradicional, la etnomatemática ofrece la
ventaja de la comprensión, realización y contextualización de un quehacer
matemático propio de mujeres adultas que permite el abordaje de contenidos que
sirven para la transformación de su pensamiento crítico con respecto a su
entorno.
Se sugiere que es necesario realizar
una unidad didáctica en el área de matemática que tome en cuenta los elementos
de la etnomátemática como herramienta que permita generar y desarrollar
conocimientos matemáticos propios de las personas adultas y en particular de
mujeres, junto a las consideraciones hechas por los estudios de géneros a fin
de proveer una educación incluyente, abierta, flexible y adaptativa al contexto
de la/el protagonista del proceso de aprendizaje. En tal sentido la confluencia
de las teorías antes citadas han de ofrecer una equidad en cuanto al abordaje
del estudio en matemática. Un esquema sugerido podría ser el siguiente:
Estudio de género: aportaría
las sugerencias a considerar en el proceso educativo a fin de evitar la
desigualdad en trato entre hombres y mujeres; ofrecer y abordar temáticas que
tienen que ver con la multiplicidad de realidades de las mujeres y no sólo
aspectos relacionados con la subordinación y diferencia jerárquica con respecto
a los varones, sino también frente al reconocimiento del derecho que poseen a
recibir educación igualitaria; evidenciar que las mujeres pueden desarrollarse
en el área matemática y por ende estudiar carreras afines a ellas; y evitar que
generen desconfianzas sobre sus propias habilidades y desempeños generadas por
el estigma de la relación mujer-ciencia, entre otras.
Etnomatemática: permite
detectar y caracterizar los procesos matemáticos realizados por los grupos de
personas adultas en situaciones cotidianas a ellas y a la vez verificar qué
contenidos matemáticos están implícitos en dichos procesos para que desde ese
punto emerjan justamente las herramientas pedagógicas en cuanto al abordaje y
aprendizaje de dichos contenidos.
La educación popular: aportaría
el espacio de inclusión social evitando la desigualdad jerárquica entre
profesor-estudiante, a la vez que invita al mismo estudiante a ser protagonista
de su propio proceso de formación educativa, por lo tanto a hacerse responsable
de sus propios actos que lo lleven a alcanzar sus metas, siendo éstas trazadas
por él/ella mismo(a). Evitando dicha jerarquización los contenidos a aprender
dependerán de los propuestos en consenso por el grupo de estudiantes
respondiendo a sus necesidades cotidianas, entorno laboral, creencias culturales
entre otros, de tal manera que el contenido matemático a estudiar les sea de
provecho, útil y le den el sentido a lo aprendido, y en consecuencia valorando
más aun lo estudiado.
Andragogía:
tal como lo define el Dr. Adam (1977) “Es la ciencia y el arte de instruir y
educar permanentemente al hombre...”. Por tanto la educación permanente
hace referencia a que el/la estudiante no comienza un proceso de formación
desde cero. Por el contrario ese continuo en formación implica conocimientos
previos que han venido aprendiendo en el ejercicio de sus actividades diarias.
Así el conocimiento matemático ya está poseído, aprendido y aplicado, bastando
solo la formalización o profundización de dichos contenidos matemáticos.
(Ernesto Rengel)
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